lunes, 20 de abril de 2009

Subiendo la cuesta...

Recuerdo el día que tome esta fotografía, Antonio trepaba con una facilidad que no podía dejar de mirarlo, enredaba esa soga en sus manos y pies, y la usaba a modo de escalera para subir a lo mas alto, y desde allí tiraba los cocos, los que luego se sentaba tranquilamente a limpiar, me ofreció uno, no me gusto mucho el sabor, pero me deleite escuchándolo, ese hombre apenas pasaba los cincuenta, pero parecía un anciano. Esos son los momentos que disfruto a pleno... Lo que mas me llamo la atención fue, que hasta que no me senté a observarlo, la gente se empezó a detener a ver que era lo que captaba mi atención, en el paso entre el loby del hotel, hasta la playa ahí estaba Antonio, lo que quiere decir, que pasaron cientos de veces por ahí y no lo vieron! increíble! Cuanto nos llevaría a cualquiera de los que estábamos en ese lugar hacer esa destreza? no puedo arriesgar un tiempo, pero seguro para Antonio no debe haber sido sencillo.
En el momento que J. me dijo "una palabra tuya y muevo el mundo para estar contigo", ni él ni yo imaginamos que eso seria exactamente como intentar mover el mundo...
Pocas personas saben todas las peripecias que debe hacer un ciudadano cubano para salir del país. En primer lugar nadie puede salir, salvo que sea empleado del gobierno y sea enviado a trabajar fuera. Segundo, solo se puede salir con una carta de invitación y cuesta mucho dinero, dinero que el cubano no tiene, porque el sueldo promedio es de U$S 15, con lo cual lograr el permiso de salida, es una tarea titánica, salvo que se lo pague algún familiar desde el exterior. La carta blanca cuesta U$S 150 mas el pasaporte y los papeles que deban legalizar. A ello se suma el boleto de avión claro esta. De todo eso nos desayunamos, cuando le dije que si, que "moviera el mundo"... era un gran reto el que nos esperaba. Tal como el trabajo de Antonio subiendo la palmera, se veia altísimo y ademas empinado..., admito que varias veces tuve miedo, y sé que él también, pero no desistimos ni dudamos un momento, nunca. Al principio no teníamos nada mas que el deseo de estar juntos, parecía una eternidad lo que faltaba, ahora cinco meses después, hemos hecho lo inimaginable, y también parece una eternidad el momento de volver a vernos. Hemos ganado confianza, conocimiento y experiencia, sabemos que lo que nos propusimos era una tarea en la que poca gente confiaba lo lograríamos, pero aquí estamos a casi mes y medio del reencuentro.

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